
La invasión constante de las tecnologías en nuestra vida cotidiana, que empezó en su día con los mensajes de texto mediante terminales móvil (llamados SMS) y que ha dado paso a las redes sociales (facebook, twitter, tuenti, . . .), ha llevado a otra forma de expresarnos y comunicarnos. Incluso algunos famosos han sido criticados por resultar mal interpretados desde su twitter por manifestar expresiones totalmente descontextualizadas, en estas comunicaciones ágiles, aceleradas y breves.
Llevada la comunicación a nuestra esfera más cercana, a la familia, a las relaciones de pareja, con los hijos, incluso con hermanos y con la familia política, resulta la misma especialmente trascendental por las emociones que transmitimos cuando nos expresamos con nuestros familiares. Probablemente a veces no existe realmente un conflicto entre nosotros, en otras ocasiones el problema sería de mucha menor entidad si hubiésemos verbalizado correctamente la idea que teníamos que expresar: sin reproches al interlocutor, sin levantar la voz, abordando el problema desde la serenidad, empatizando con nuestro familiar, manejando mensajes en positivo, esforzándonos por comprender al otro, sabiendo escuchar activamente, . ..y sobre todo, utilizando las palabras más adecuadas posible a la idea que realmente queremos expresar.
No hay duda de la importancia del lenguaje y su utilización en el ámbito familiar, pues mediante el lenguaje manifestamos nuestras ideas, emociones y sentimientos, con el lenguaje nos interrelacionamos con nuestros semejantes, y más especialmente interactuamos con los seres queridos, con los que nos une un vínculo más estrecho, y por lo tanto con los que existe la mayor posibilidad de cruzar la delgada línea que nos puede llevar al conflicto.
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